I
Alguna vez te conté sobre el momento del día en que pesqué un pez y casi mato a un duendecillo tratando de robármelo. No ¿verdad?
Contaba la historia desde lo más hermoso del universo, que se había podido apreciar el cielo magenta ante una humanidad tan hostil, perversa y frágil. Un ángel suele decir las palabras más tiernas y encantadoras hacia lo que sus oídos reciben, hablo de una música totalmente elevadora de la percepción. No podía entender el momento en qué el frasco de llaves cayó al vacío, dejando la imagen del adiós en la pared.
-El sol cae más temprano ahora, por ahí no sea para siempre.
-¿Te reís? Mirá que loco.
-Ah, esperá,Che, cuando el perro de chiflado pasó por el boulevard no sabía bien hacia dónde se dirigía exactamente. La gente lo esperaba en la casa hasta que llegase, pero nunca volvió a ladrar por estos lados. Debe ser eso lo que lo tiene tan chiflado, no encuentra su perro, y no sólo eso, le faltan los colores: la familia griega, la taza que compró el día anterior a caer sin dormir a la escuela, faltaba un lapiz para dibujar que tanto quería y la camisa azul que usó el día que llevó a Romina, su amiga del quiosco donde laburaba, también faltaba que se dijese lo loco que estaba él por ella.
- También faltaba que escuchase lo que teníamos para decir, por ahí no hubiera desaparecido. Yo pienso que lo único que hizo fue: sentarse en el pasto un rato, meditar un rato y dormir una siesta de dos días, tres días, cuatro días, y muchos días más hasta que se convirtieron en años, pero no sólo “años”, siglos, milenios, ¿para llegar a qué?
- Para llegar que su cuerpo físico y su mente se conviertan en árbol.
- Sí eso es, el deseaba que cuando muriese su cenizas se planten junto a un árbol, un árbol de limones o un árbol de nueces.
¿Por qué?
II
cómo en un típico buen día
- La pintura se marea y eso me parece tan real.
El sol sale por el este y eso me encanta.
Escucho cuando las flores cantan y eso me parece que está bien, aunque podría ser más suave el movimiento de las mismas.
Siento cuando el tiempo pasa y eso me hace querer soñar.
Un pianito, eso me parece excelente.
Uh, ya dije demasiado de mi, ahora, conozcámos.
(Mientras se iba acercando con una bandeja de té y galletitas a través del pasillo tibio descalzo de quién descubría, en lo que siempre había estado ahí, algo nuevo, quizás por una idea, una presencia perfumada de buena suerte.)
- Me acordé que te iba a volver a ver y eso me hizo sentir que podría darme cuenta de cuánto te extraño. No tenés que arreglarte hoy, no tenés que salir de la cama, quedáte un rato más, ya no me dejes extrañarte (Dispuso su mano y otra mano se precipitó a sostenerla fuerte, creando canales continuos entre ambos cuerpo)
III
Sonó un teléfono en la vieja estancia, hacía un viento fuerte mañanero, alguien atendió y sonó esta confirmación:
- soy el capitán, el del barco de Lourdes y te cuento que voy a comprar una caña, lombrices fluoradas y un bote para dedicarme a lo que verdaderamente le da sentido a mi vida.
Chau, suerte. (Guarda con los duendes, le sugirieron)
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