Cómo cuando el mítico doctor Ferreyra que atendía en la salita del barrio
Las Dolomitas, decidió por un instinto, un qué sé yo este día de Abril está
lindo, hace otoño en todas las cuadras, todas las manzanas y si bien en la
sombra hacía frío había un sol que entibiaba y es por ahí por donde él iba.
La calma del barrio de provincia donde se duerme siesta da algo especial
en las tardes así, cuadras calmas de pensamientos y reflexión, hasta que el
doctor cruza el pasaje de los liquidámbar y da
unos pasos en reversa para atender a un detalle que le llamó la atención al pasar, un naipe tirado en el
suelo, un naipe así cómo mirándolo espectante al doctor, el 10 de espadas, se
lo guarda y desvía su retorno al hogar hacía una plazita a poco metros, se
sienta en los banquitos esos que estan adelante del sauce gigante y aprecia la
carta, después piensa así mismo:
- Me han llegado mensajes así
otras veces, desgraciadamente siempre advierten algo irreversible y pragmático,
algo que ya está en marcha en este plano, que me acontece, que me dice, un
momento de especulación de terror se vuelve para mi con todos estos años de
experiencia de lo que significa encontrarse cartas como esta en el piso,
siempre han sabido darme pistas por donde ir a lo largo de mi trayectoria, supe
lograr que no me agarra por sorpresa la
naturaleza por en la que se desenvuelven las cosas en hechos posteriores a la aparición de cartas, me
acuerdo que al principio sólo juntaba las cartas cuando me empezó a parecer
habitual toparme con ellas, se me hizo algo prolífero , fueron surgiendo
variados mazos con las cartas, pero no
fue hasta esa vez que me encontré un 3 de copas de camino a al cumpleaños de mi
amiga terapeuta Guillermina Fugazzi,
donde estaba su hermana Carolina quien fuera después el gran amor en mi vida,
fue ella la que me contó el carácter simbólico de la llegada de estas cartas a
mi vida, que no a todas las personas se les refleja de la misma forma, que
aproveche a tomar perspectiva de mi con lo que estuviesen marcando, me había
dicho que a ella también le sucedía algo parecido aveces en fotos polaroid que
ella sacaba, daban la representación de un complejo mensaje cifrado en simbólos
que sucedían ahí mismo delante de sus ojos que le estaban hablando, después con
ella pasaron cosas hermosas y aquella
carta había sido el aviso, como también otros sucesos importantes en mi vida
fueron marcados por la precedencia de naipes de la baraja española, el nacimiento de mi hija, el accidente de mi
compañero en el hospital, la traición que derivó en meses largos de depresión,
la calma de la conquista de la casa soñada, la enfermedad de mi madre, entre
otras cosas, pero hubo una cuestión más complicada que me inquieta desde que
ese razonamiento pasó por mi mente, una carga que necesito liberar, hablo de la
vez que me encontré el rey de oros cuando vivía en Olivos y una semana después
paseando a Madreperla, mi perrita compañera de entonces, me encontré con medio millón de dólares detrás del tacho
de basura que está de camino al parque de los jacarandá, disparé de prisa la
vuelta a casa y me dispuse a observar todo el dinero que había llegadó hasta
mi, supe de inmediato que era de esto lo que había hablado aquél arcano
menor, nunca había visto tantos billetes
en mi vida y con ese dinero conseguí pagar todas mis deudas, costear nuestro
casamiento, conseguí poner mi
consultorio y una sala de emergencias acá en Las Dolomitas y comprar una casa
grande donde vivir con mi familia y otra donde veranear, fue un tiempo donde la
seguridad económica nos hizo bien y se dieron nuevas conquistas, mucho
bienestar, calma y prosperidad fueron marcados por un 9 de oro que encontré
cerca de nuestra puerta a los días de habernos mudado.
La próxima carta que encontré fue
mes y medio después, un 7 de espadas y luego a los dos días un 10 de espada así como este que encontré hoy
apareció cerca de una rendija que sentí iluminar en el piso del subsuelo de la
estación del subte D, la sombra que
mancha esta historia, fue que esa plata que había caído del cielo, vino de algun lado, lo primero que deduje o
quise creer en aquellos días fue que se le había caído a un avión de algun
político que pasara o que había sido perdido por uno de los camiones blindados,
en un descuide muy costoso de operarios ineptos de un banco privado muy conocido, que a lo sumo un par de
tipos nomás habrían sido despedidos por ese error y me convencí de que estuve
bien en no dar alarma y haber devuelto el dinero a la policía, me convencí de
que yo lo necesitaba más y que si ya había sido avisado por el universo de
aquella riqueza, me correspondía, eso fue lo que pensaba ante aquél golpe de
suerte pero no, me acuerdo bien que estaba con mi hija merendando en la mesa
del comedor aquella tarde cuando ví por la tele que habían hallado el cadaver
del ingeniero Jauregui, que había desaparecido de la puerta de su casa en zona
norte, y que la familia no había hecho público su desaparición porque desde le
principio habían puesto sus fantástico
ahorros, parte de su patrimonio
dados al pago del secuestro de medio millón de dólares, en esa época era
muy común los secuestros express pero ninguno había sido tan costoso y
despiadado como resultó este, al tipo no solo lo habían matado, lo habían
torturado y profanado su cadaver de manera espantosa, las cosas que se fueron
descubriendo en los medios días posteriores fueron tremendas, desagradables y
suceptibles, se había establecido que el tipo murió de dolor a lo largo de 6
días agonizando mutilado. Aquél finde semana, mediado por muchos vasos de
alcohol fino que había comprado y mirando la noche fría oscura de nueva luna
que hacía afuera , no quedó lugar en mi cabeza para pensar en otra cosa que
afrontar los hechos e hilar los puntos hasta explicarme a mi mismo, que ese
golpe de suerte de medio millón de
dólares encontrado de camino al parque de los jacarandas, era sin dudas, la
condena a muerte de otro hombre, que indirectamente yo había sido su verdugo,
por más que no haya sido consciente de lo que realmente estaba sucediendo,
tomar noción de toda esa data manchaba de sangre aquél dinero y toda conquista
obtenida de él, fue así que solo pude ver sangre en esa casa y derepente todo
estaba maldito, solo veía sangre cuando iba a mi prestigioso consultorio, sólo
veía sangre cuando me vestía, sólo veía sangre cuando me subía al mercedes,
sólo veía sangre cuando me desayanuba mi rostro desfigurado de culpa y dolor en
el espejo, sólo veía sangre cuando veía a mi esposa Carolina y mi hija nadando
en la pileta de la casa felices, inocentes,
ignorando el espanto y la culpa que me causaba todo eso, todo esa
circustancia en la que me había embarrado, sólo veía y había sangre en todo,
conocer el rostro de aquél pobre tipo
solo hizo que empeoraran las cosas y
se diera un tiempo de turbulencias
y desgracias en mi vida
donde perdí todo lo que tenía y había
conseguido hasta entonces, hasta quedar solo, entonces sólo había merca y
encierro lejos de todo y todos, la luz yacía en la lejanía de un tierno beso
con lágrimas de sal en la cara de Carolina cuando se marchaba con la nena a la
casa que habíamos comprado en punta del este, extrañada por el cambio errático
en mi forma de ser, en mis supiros anidaba un
deseo constante de olvidar, olivdar era la quimera que habitaba en mi
pecho hueco, hoy recuerdo esa época como el peor momento de mi vida, la gran
crisis de mi existencia, un desmedido dolor
del que pude resurguir años después, mediante mucho trabajo de
autoconocimiento, de aceptación de mi mismo, pero callé todo eso por miedo a la
condena pública, por miedo de esclarescer aquél crimen que para la familia
habían sido unos asesinos despiadados que mataron a su familiar apesar de haber
recibido el pago que habían efectuado, familia que quedó en la quiebra, sin paz por el siniestro, cómo iba a
entregarme a eso, a hacerme cargo de esta manera de estar en este lugar del que jamás quise estar, no le conté jamás a nadie mi tortura, Carolina bueno, ella interpretó
otra cosa sobre mi y nos alejamos una buena temporada y luego vino el divorcio,
y luego mucho muy luego rehice mi vida acá en Las Dolomitas atendiendo la
salita de la que soy dueño, donde me involucro con cada paciente de manera
distinta tratando de que no ver más
sangre en vidas que pasan por mis manos,
y aunque seguí encontrándome cartas a lo largo de todos estos años, no le volví
a dar atención a ninguna hasta hoy, hasta esta tarde cálida en este barrio
rodeado por estructuras alemanas y calles circulares, laberínticas de una
ciudad de jardínes calmos bajo un cielo argentino pleno, pienso que voy a disfrutar de la tibieza de este sol antes
de seguir el camino.
Cuando el doctor Ferreyra dispuso y volviose al retorno de su hogar,
cruzando la calle, un colectivo fatal tomó su vida en la quieta avenida del
barrio Las Dolomitas, gotas de sangre mancharon la corteza de un jacarandá que
posaba en la esquina aquella, manchando de gotitas surgió un signo de sangre en
la pared, y sus anteojos, su estetoscópio y su carta de 10 de espadas decoraron
el asfalto rojo.
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