Aquél apresurado corazón, llena al señor hormiga de renvadas maneras de lipiar sus pestañas y entender a acada locx enfocado en su ego, ese juego de seres pensantes puliendo la escritura de la polución del minuto que asemeja su accionar al de las agujas del reloj de arena que dejaste arriba de la mesa por donde se articula la moraleja, haciendo equilibrio en la cuerda del tiempo amarillo solsticiio del calor del mdiodía en la jeta perdida, pronto amanecido cada ver nocturno sin rumbo.