A mi que la cuarentena me encontró justo acá, en la casa de la tía coca
en el campo, específicamente en Lomas de los espejos, un pueblito rural de
Buenos Aires poco conocido que a causa de la fundición del ferrocarril poco a
poco fueron volviéndose más esporádicas la llegada de gente al pueblo, yo que
pasé traspirando la gota gorda en mi departamento de Ciudad de la paz el último
verano, me pareció genial la idea de venir a cuidarle la casa a la tía mientras
ella se operaba de los ojos en la capital y hacía su recuperación en lo de su
hermana, la tía Nancy de Villa Tesei.
Desde el 9 de Marzo que estoy acá y hoy ya hace un mes, decí que tuve
esta intuición, aunque originalmente venía con la idea de pasar 15 días acá,
algo me decía que iba a pasar mucho más, quién iba a advertir tal peculiaridad
como el contexto en el que estamos atrevesando como humanidad, supongo que
somos tantos a quienes sobrevino la marea de pensamientos con la perturbante
resolución de libro abierto a cualquier giro tramal como puede poner la
concluyente suposición incierta, no sé,
se convirtió en un hábito la reflexología matística estos días, una silla en el
porch de la casa con el equipo pertinente a contemplar el mundo desde la cebada
de un mate exacto hacia la simpleza de un barrio sin edificios ni asfalto pero
con cielo mucho cielo, asique entre termo y termo días y días pude ir dejando
desgajarme y dar alarma de patrones en actitudes simbólicamente autodestructivas que revelan
miedo siempre miedo, como el que acontece las almas pequeñitas, además el pasar
de los días viene siendo muy variado a pesar del encierro perpetuo forzado por
las circustancias dadas, han tocado todos las tarde mañanas, lluvias, soleadas, nubes rayos y la que más me vuela la estrellada
perspectiva hacia la nada que da tirarse en el pasto en silencio y ver y mirar
hasta que sobreviene ese vértigo comparable a la bajada de una cima empinada,
uff sí que se pueden ver cosas locas a simple vista lejos del resplandor
lumínico fluorescente de las urbes, cuánto más observas, más van apareciendo
los detalles en la postal del misterio infinito que es el universo, de repente
comprar un telescopio es una buena idea para anotar en las cosas que hacer
cuando termine la peste.
Ahora, se preguntarán porque insistí de hablaros justo ahora, que estaban en la suya haciendo
otra cosa y se predispusieron a ver qué tenía para contar, y que los tiempos
son cruciales sí, que la desidia en el
encierro constantes les lleva a consumir las banalidades favoritas a mansalva a
cualquiera y aveces terminamos como desde un lugar en que nos inserta desde la
pantalla perplejas maneras delirantes de
abordar las cosas las cuestiones absorbidas, y acá la cuestión que deseo compartirles,
es de cuando te agarra un calor en el pecho donde sobreviene una ansiedad fatal
y la certeza de estar viviendo algo que no debería estar pasando.
Hoy en el día 44 de encierro en un pueblo distante, un domingo de
abril, se dió un hecho destacable en el
repaso de lo recientemente soñado, había un mensaje que descifrar y que estaba
seguro de comprender palabra por palabra en el momento antes de despertar
cuando el sueño era más intenso, lo que ví fue la boca preciosamente roja de
una chica diciéndome algo por teléfono, sé que era como una advertencia o eso
intuyo, algo así, un mensaje a mi cuerpo astral en lenguaje onírico cifrado en
simbolos comprensibles por mi consciente, ahora lejos de toda certeza del
mensaje trasmitido lo que más tenía sensación de comprender es que aquél sueño
soñado esa noche anterior era la continuación de un sueño antiguo que tuve hace
unos años, andá a saber cuando, creo que hasta iba a la secundaria todavía, no sé, pero sé que
era un sueño antiguo, ahora que lo pienso, asociando un poco las imagenes
retenidas, se me viene algo a la cabeza, unas imagenes, quizás las estoy
inventando pero estoy seguro que era maso menos así, estaba en un auto en una
carretera de noche, una noche muy oscura en la que solo iba viendo el camino,
hasta llegar a donde me recibirían, una casa en los suburbios, una rubia abriendo
la puerta, su alegría de ojos tristes se esfumaban tras un resplandor de blanco
blanco, había un vínculo con ella porque
despertaba al lado mio desnuda y me hablaba con toda la confianza relajada en
la tibieza, nombraba un hallazgo en un paseo en olivos, discos y libros de tapa
dura, poesía no públicada que databan de una tal Amelia Estebez a mediados de
1996, recuerdo que se levanto y me invitó a escuchar uno de los discos me dijo
: - Che sabes, ahora que estás acá quiero escuchar este disco, es bastante
pesado y dice que es de 1944, tiene una
canción sola, un tango es, me traje un par más junto con este y los escuche,
pero la noche en que me traje las cosas tuve un sueño en el que una señora muy
anciana estaba sentada en una silla de mimbre en un patio de esas casonas
antiguas y ella cantaba muy bello, no se como expresarlo pero senti una cosa muy determinante al escucharla, aunque era un tiempo lejano ese, era
antes, quizás condicionada por la época
de impresión de esos discos lo terminé
formunlando de esa forma en mi sueño, pero había algo en esa tonada aunque la
letra era difusa y la melodía se termina disolviendo por otros sonidos que surgían, ella me dijo: aferrarse a
regañadientes al umbral del dolor hasta que sea veneno todo lo que refracte ese
objeto llave, como esta canción maldita que lleva a confundir, aislarse en un
laberinto de desdencanto, la revelación de un ciclo maldito infranqueable
determinado por una vieja herida.
Contaseme todo esta descripción
de su visión, la chica dispuso a poner
el disco en cuestión, puso la púa y
comenzó a sonar Entrada Prohibida, es en este punto en el que voy evocando el
antiguo sueño soñado que volvía a
recordar fácilmente como si lo hubiera tenido presente en todos estos años,
pero ahora empezaba a volverse extraño, es como si hubiera pasado algo más
después de que ella puso el disco, pero justo eso no me volvió, el desenlace
no puedo recordar, qué onda, encima no solo eso, sino que me invade una
sensación de angustia tremenda en el pecho cuando me ubico en esos últimos
instantes, y ahora repasando el sueño
reciente, veo que debe haber algo complejo por descifrar en mi psiquis, quizás a
raíz de todos estos pensamientos que tuve teniendo estos días, quizás al
aire fresco, es loco como no tenemos en cuenta tan a menudo la importancia de
estar en espacios con una buena ventilación, la adecuada para oxigenar
correctamente el bocho y pensar, bien? no sé, quién podría juzgarlo, lo que sí
me estuve sintiendo más capaz de tener razonamientos más fluidos, una vuelta a
la creatividad, algo así como lo que sentía cuando salía a andar en bici en un
recorrido de 4 hs ida y vuelta, en aquél memorable último verano en las
sierras, quizás toda esa actividad y limpieza mental habíanme devuelto un sueño
antiguo y antes de hacerlo consciente me
ofreció una repetición de ese universo en uno nuevo, pero por qué?
Sobre extrañezas en el encierro, la más perturbarne quizás sea la que
viví esa misma noche de haber soñado con
la llamada de la boca roja, estaba manteniendo una videollamada con mi primo Giuseppe Albaretto que había quedado
varado en Adelaida en su viaje a Australia y que estaba padeciendo la crisis
mundial del virus contemporáneo en una estancia que lo están amenazando con echar a él y todos los
inquilinos extranjeros por razones de seguridad, mientras hablábamos largas horas como de costumbre fui tomando
unos mates, en una me levanté para ir a calentar más agua y la videollamada continuó,
cuando volví mi primo me dijo lo que al
principio creí una joda, pero no, me
preguntó con quién estaba pasando la cuarentena acá, que a quién había sido que vió pasar por el
pasillo al cuarto mientras había ido a buscar el agua, yo le dije que estaba
solo, que no jodiera con eso, que es una casa grande y oscura, que me va a
hacer mal flashear toda la noche, pero el insistía en que me estaba hablando en
serio, que había visto a alguien, lo peor fue que en el silencio más extendido
que tuvimos en esa llamada por celu, escuché un ruido viniendo de un cuarto , la puta madre escuché
un ruido con tanta claridad que me agarró un calorcito frío de una zumbante
alerta, le dije a mi primo que no corte, que iba a revisar a ver qué onda y
venía, qué decir sobre el momento en que empecé a caminar el pasillo lleno de
puertas que iban a la habitación donde había escuchado el ruido, nunca me había
parecido tan extensa la casa y tan infinito el pasillo, antes de llegar me dí cuenta que en uno de
los cuartos, bah el que es como un
cuartito donde mi tía guarda las cosas de limpieza, ahi sonaba lluvia de una
radio que yo no había prendido jamás, al abrir la puerta fue que empezó a pasar
todo, ahí adentro ya no era la casa de mi tía coca, ese cuarto era de otro
lugar.