21 de abril de 2020

Colgado de un sueño

Cómo a muchas personas, a él no le resultaba muy fácil levantarse de la cama y empezar el día, así que sus primeros minutos al despertarse los pasaba mirando al techo, divagando por ahí acerca de las imágenes de sus sueños antes que se hundan en el océano de su  inconsciente, sea el caso de que no hubiera habido tales imágenes, pensaba en lo que haría el resto del día o cuánto faltaría para volver a tirarse entre frazadas cuando todavía no puso un pie fuera de la cama, de cualquier forma su consciencia retardaba el momento en el que él decidía empezar a existir. Pero bien, más difícil a él le resultaba el hecho de no pensar en ella, no había día en el que no lo hiciera, por lo menos un instante, siempre había algo que disparaba la proyección de un recuerdo en su mente y él atontado  y emocionado, sonreía valorando aquellos momentos, imágenes, sensaciones, palabra que había compartido con ella, como si fuesen tesoros, y es que de hecho, para él lo eran, ¡Ay, cuántas veces habrá querido volver a revivir aquellos momentos donde cada espacio se cubría de armonía, donde el cielo y los coros celestiales hacían presencia en donde fuera que esté!
Por ahí aquella melodía con palabras ya confusas, fuera el tesoro más lindo que él conservaba, aún cuando ese recuerdo fuera confuso y lejano, aquella sensación de amor, calidez, seguridad y bienestar, no lo eran, de hecho, cada una de esas sensaciones volvían e inevitablemente sus ojos se llenaban de dulce melancolía y una alegría inmensa al poder conservar aquél mágico momento.
Estoy seguro que cualquiera que lo conociese, sabría acerca de su cariño hacia su cama, por ahí ese cariño era, en parte, culpable de prolongar el momento de comenzar a existir, ya que sólo ahí se sentía alejado de todo mal y de todo tormento, entre sábanas y frazadas que lo abrazaban maternalmente, él podía colgarse de un sueño y así, por ahí, no enfrentarse al mundo que lo esperaba sólo a un paso afuera de su cama.

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