El recuerdo de la última vez que te ví
no existe, de mi mente verberan
los puntos de inflexión sin retorno
de los que ya no se vuelve
y si lo pienso es algo así
cómo una sala de espera
después del sonido de una puerta
una puerta que se cierra
ahí viene al derrame
el sonido de un llanto
llanto de cuando van cayendo las fichas
delante del iris que toma conscinecia
de lo que está sucediendo, de lo obvio
la gravedad de lo que realmente está pasando
y es tan real, que después se me confunde
las lágrimas son cristales en un río que llevan tu nombre
y no creo que haya habido una última vez
más memorable que ese momento de darme cuenta
que pronto no nos ibamos a ver más
después todo es leyenda
como si hubieras desaparecido nomas
porque cuando me contaron como estabas
no quise verte así, lo anterior es de una mañana mirando la tele
llevándote el té a la cama o a la salida de un cine
en la calma idiota como quien ignora los pasos en el filo de un acantilado
y la suerte que recorren los destinos tajando la piel de la realidad
y vos como un diamante que me devuelve la marea cada vez.