Cuando baja del bondi vemos que el señor está yendo a su casa o a la
casa de alguien más, entonces decide ir a un super chino, cuando entra le piden
que deje su mochila en uno de los lockers, vemos que lo guarda en uno que
curiosamente tiene pegado el encabezado de un diario viejo con la frase
“Tenemos un pájaro que colocar” le causa un algo de gracia el surrealismo de la
frase seguido a esta escena se dispone a hacer las compras, vamos viendo que
este es un super mercado bastante curioso ya que las secciones son muy extensas
para el pequeño predio que pareciera ser a priori el local, en algún momento
entre pasillos de vinos, galletitas y demás, el personaje se pierde y nosotros
como expectadores también, los pasillos del super chino terminan siendo un
laberinto por el que nuestro protagonista se va perdiendo buscando la salida,
la experiencia se va volviendo gradualmente más desepserante, tanto que ya no
importa llevar nada para comer ni nada, en el camino van apareciendo distintos
personajes que van interactuando con el señor (¿quiénes aparecen? ¿Qué
conversaciones tienen? ¿qué sucede?) en algún momento quizás recordar la frase “Tenemos un pájaro que colocar”
termina siendo la clave, una frase que encierra un misticismo milenario, y de alguna
manera funciona para terminar de desandar el recorrido por el chino y salir,
pero cuando encuentra la salida se da cuenta que ya no está en su barrio de
Moreno, sino que terminó saliendo en el barrio chino en Belgrano y que ya es
demasiado tarde para todo.
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